martes, 29 de enero de 2013

MISERICORDIAS DIVINAS


Dios Eterno,

Tu grandeza es incomparable; tu bondad,
          indescriptible; tu gracia, super-abundante;

Si pudiera contar la arena en la orilla del mar
    podría contar tus favores hacia mí;
Conozco sólo una parte de ellas, pero esa parte supera toda alabanza.

Te doy gracias por tus misericordias;
    mi estado de salud, tu cuidado de mi cuerpo,
    las comodidades en el hogar, los alimentos y vestimentas suficientes,
    la duración de mis capacidades mentales,
    por mi familia, su ayuda y apoyo mutuos,
      las delicias de la armonía y la paz en el hogar,
      los asientos ahora ocupados que podrían haber estado vacíos,
    mi país, mi iglesia, mi Biblia, mi fe.

Pero, ¡Oh! Cómo lamento mi pecado, mi ingratitud, mi vileza,
    los días que se suman a mi culpa,
    los momentos que escucharon mi lengua ofensiva;

Todas las cosas en el cielo y la tierra; alrededor, dentro y fuera,
      me condenan -
    el sol que ve mis fechorías,
    las tinieblas que son luz para ti,
    el acusador cruel que justamente me señala,
    los buenos ángeles a los que he incitado a dejarme,
    tu rostro que escudriña mis pecados secretos,
    tu ley justa, tu Palabra Santa,
    mi conciencia manchada por el pecado, mi vida privada y
      y mi vida pública,
    mis vecinos, yo mismo -
        Todos escriben cosas oscuras en mi contra.

Yo no las niego, ni interpongo alguna excusa, sino que confieso,
    'Padre, he pecado';
Y sin embargo, todavía vivo, y corro arrepentido a tus brazos extendidos;
    Tú no me echarás fuera, pues Jesús me lleva a tu lado,
    Tú no me condenarás, pues Él murió en
      mi lugar,
    tú no recordarás mis montañas de pecado,
      pues él todo lo ha borrado,
    y su belleza cubre mis deformidades.

¡Oh, mi Dios, me he despedido del pecado 
      al apegarme a la cruz,
      al esconderme en sus heridas, 
      y al refugiarme a su lado.



Por Arthur G. Bennett
editor de “The Valley of Vision: A collection of Puritan Prayers & Devotions”
publicado por Banner of Truth

martes, 15 de enero de 2013

LA VOLUNTAD DIVINA


Oh, Señor,

Me aferro a ti; veo, creo y vivo,
       cuando tu voluntad es hecha, no la mía;

No puedo reclamar nada a mi favor
    respecto a dignidad o gracia alguna,
    respecto a tu providencia y tus promesas,
    solamente tu buena voluntad.
Si tu misericordia me hace pobre y vil, ¡bendito seas!

Las oraciones que surgen de mis necesidades me preparan 
    para misericordias futuras;
Ayúdame a honrarte al creerte antes que sentirte,
    porque grande es el pecado si hago al sentir una
      causa de fe.

Muéstrame qué pecados te esconden de mí
    y eclipsan tu amor;
Ayúdame a caminar en humildad por mis maldades pasadas,
y a resolver caminar con más cuidado,
Porque si no camino santamente delante de ti,
    ¿cómo puedo estar seguro de mi salvación?

A los mansos y humildes haces conocer
      tu pacto,
    conocen tu voluntad, son perdonados y sanados,
    ellos por fe dependen y descansan en tu gracia,
    son santificados y vivificados,
    son evidencia de tu amor.

Ayúdame a orar con fe y así encontrar tu voluntad,
    aferrándome fuertemente a tu misericordia rica y gratuita,
    creyendo que darás lo que tú has prometido;

Fortaléceme para orar con la convicción
    de que todo lo que recibo es un regalo tuyo,
    de manera que pida hasta que la oración sea concedida;

Enséñame a creer que todos los grados de la misericordia surgen
    de varios grados de oración,
    que cuando la fe se inicia es imperfecta y debe crecer,
    como la tierra agrietada que se abre más y más
      hasta que la lluvia viene.

Así esperaré tu voluntad, y rogaré para que sea hecha,
    y por tu gracia llegaré a ser completamente obediente.



Por Arthur G. Bennett
editor de “The Valley of Vision: A collection of Puritan Prayers & Devotions”
publicado por Banner of Truth