sábado, 31 de agosto de 2013

LA CENA DEL SEÑOR



Dios de todo bien,

Te bendigo por tu palabra predicada y tu cena servida;
       enséñame a ver en ellos tus propósitos de amor,
       fuerza y alegría para mi alma.

Tú has preparado un banquete para mí;
    y aunque indigno soy de sentarme como invitado,
     sobre los méritos de Cristo totalmente descanso, 
     y bajo su justicia me escondo;

Cuando escucho su tierna invitación 
      y veo su maravillosa gracia,
No puedo dudar, sino que voy a ti con amor.
Aviva por tu Espíritu mi fe para discernir correctamente 
    y para recibir espiritualmente al Salvador.

Mientras contemplo los emblemas de
      la muerte de mi Salvador,
   permíteme meditar la razón de su muerte,
   déjame oírle decir;
      "Yo di mi vida para comprar la tuya,
      me presenté a mí mismo como ofrenda para expiar
        tu pecado,
      derramé mi sangre para borrar tu culpa,
      mi costado fue abierto para limpiarte,
      soporté tus maldiciones para liberarte,
      llevé tu condenación para satisfacer
        la justicia divina".

Oh que pueda comprender la anchura y longitud
      de éste, tu diseño,
    que pueda acercarme, obedecer, extender la mano,
    tomar el pan, recibir la copa,
    comer y beber, confesarte ante todos;
       que gozosamente y por mi bien, con fe,
         reverencia y amor, recibo a mi Señor,
       para que sea mi vida, fuerza, sustento,
         gozo y deleite.

En la cena recuerdo tu eterno amor,
      tu gracia sin límites, tu infinita compasión,
      tu agonía, cruz y redención,
    y puedo recibir seguridad de perdón, adopción,
      vida y gloria.

Así como los elementos externos nutren mi cuerpo,
    así también Tu Espíritu que mora en nosotros fortalezca
      mi alma,
    hasta el día en que ya no tenga hambre y sed,
    y pueda sentarme con Jesús en su fiesta celestial.




Por Arthur Bennett - editor del libro
“The Valley of Vision: Una Colección de Oraciones Puritanas”
publicado por Banner of Truth.