domingo, 17 de junio de 2012

PARADOJAS


Oh Dios inmutable,

Bajo la convicción de tu Espíritu aprendo que
   mientras más hago, peor soy,
   mientras más conozco, menos conozco,
   mientras más santidad tengo, más pecador soy,
   mientras más amo, más necesidad de amar veo.
   ¡Oh qué miserable hombre soy!

Oh Señor,
Tengo un corazón salvaje,
   y no puedo permanecer tranquilo en tu presencia;
soy como las aves delante de los hombres.
¡Cuán poco amo tu verdad y tus caminos!
Descuido la oración,
   pensando que he orado lo suficiente, o ardientemente,
   contentándome en que has salvado mi alma.

De todos los hipócritas, líbrame de ser
      un hipócrita evangélico,
   que peca con tranquilidad porque la gracia abunda,
   que le dice a sus pasiones que la sangre de Cristo las limpia,
   que piensa que Dios no puede arrojarle en el infierno, porque es salvo,
   que ama la predicación evangélica, a las iglesias,
      a los cristianos, pero vive impíamente.

Mi mente es un balde sin fondo,
   no tiene entendimiento espiritual,
   ni deseo por el Día del Señor,
   que siempre está aprendiendo pero nunca alcanza la verdad,
   siempre en la fuente del evangelio pero nunca reteniendo agua.

Mi conciencia se encuentra sin convicción ni contrición,
   no siente nada de qué arrepentirse.
Mi voluntad no tiene poder de decisión o resolución.
Mi corazón no tiene afecto y está lleno de filtraciones.
Mi memoria no retiene,
   y olvida fácilmente las lecciones aprendidas,
   tus verdades se fugan y se van.

Dame un corazón quebrantado
que lleve a casa el agua de tu gracia.




Por Arthur Bennett - editor del libro
“The Valley of Vision: Una Colección de Oraciones Puritanas”
publicado por Banner of Truth 

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